Gestión de riesgos ASG en el agro: clave para un financiamiento sostenible
En tiempos de un acelerado deterioro ambiental, crisis climática, pérdida de biodiversidad y transformación económica, hablar de sostenibilidad en el agro ya no es una opción, es una urgencia. En ese camino, la gestión de riesgos ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) se ha convertido en una herramienta clave para asegurar que el financiamiento agropecuario impulse un desarrollo más responsable, resiliente, justo y alineado con los compromisos ambientales y climáticos del país.
Colombia ha asumido su compromiso y establecido una para reducir sus emisiones en un 51 % al año 2030. Para lograrlo, el sector AFOLU (por sus siglas en inglés para: agricultura, forestaría y otros usos del suelo) es determinante. Representa cerca del 59 % (Gobierno de Colombia) de las emisiones nacionales, pero también tiene un alto potencial de mitigación y adaptación si se canalizan inversiones de forma adecuada.
¿Qué es la gestión de riesgos ASG y por qué es tan importante?
ASG es una estrategia institucional, con un enfoque que permite integrar criterios ambientales (A), sociales (S) y de gobernanza (G) en las decisiones financieras y de inversión. En el agro, esto se traduce en analizar y gestionar factores como:
· El impacto de las actividades económicas y proyectos sobre los ecosistemas y las comunidades en áreas de influencia.
· La disponibilidad y acceso a recursos por parte de grupos de población prioritarios como las mujeres, jóvenes o comunidades étnicas.
· La transparencia, solidez y efectividad práctica de las políticas institucionales.
No gestionar adecuadamente estos aspectos pueden generar impactos negativos en los territorios, desde el incremento en la deforestación hasta la generación de conflictos sociales y, al mismo tiempo, aumentar la exposición financiera de quienes otorgan crédito. Las entidades financieras juegan un papel fundamental: al incluir criterios ASG en sus procesos, no solo protegen su cartera, sino que impulsan un cambio estructural hacia un modelo de desarrollo más sostenible.
Herramientas para identificar y gestionar los riesgos AyS
En Colombia, ya existen instrumentos que ayudan a las entidades financieras a abordar estos riesgos desde una perspectiva técnica y sistemática. Algunas de las herramientas más utilizadas son:
· SGAS (Sistema de Gestión Ambiental y Social): permite a las entidades estructurar políticas y procesos internos que contribuyen al cumplimiento de los principios de sostenibilidad.
· SARAS (Sistema de Administración de Riesgos Ambientales y Sociales): ayuda a identificar, evaluar y mitigar riesgos asociados a las actividades económicas y proyectos financiados.
· SAS (Salvaguardas Ambientales y Sociales): conjunto de estándares y procedimientos que aseguran que las actividades y proyectos financiados no generen impactos negativos o irreversibles.
Estos mecanismos no solo aplican en la fase de evaluación y análisis, sino también en el seguimiento de los créditos, fortaleciendo la trazabilidad y la calidad del financiamiento agropecuario.
El trabajo conjunto de Finagro y Bancamía
En el marco del proyecto impulsado por GGGI, el DNP, Finagro y Bancamía, con apoyo del Fondo Verde para el Clima (GCF), se han dado pasos concretos hacia la integración de la gestión de riesgos ASG en el sector financiero que apoya la población de la zona rural.
Una de las principales líneas de trabajo ha sido el fortalecimiento institucional de Finagro y Bancamía. Esto incluye el desarrollo de capacidades en temas de género, la implementación de herramientas del SGAS, SARAS y SAS, así como potenciar el entendimiento y la alineación del portafolio de créditos con la taxonomía verde de Colombia, un instrumento clave que permite clasificar las actividades económicas con impacto ambiental positivo, bajo criterios técnicos de elegibilidad estandarizados y reconocidos.
Gracias a este enfoque, las entidades están mejor preparadas para ofrecer productos financieros compatibles con los estándares del GCF, facilitando el acceso a recursos internacionales y fomentando inversiones con impacto positivo en el territorio y hacer una contribución sustancial a los objetivos ambientales del país.
¿Quién gana con todo esto?
Adoptar una gestión de los riesgos ASG robusta y una efectiva operativización práctica trae beneficios tangibles para todas las partes:
· Para los productores, representa una oportunidad de realizar prácticas de protección y conservación ambiental, a la vez que tienen acceso más justo y transparente a productos financieros que reconocen sus esfuerzos a por medio de las condiciones financieras.
· Para las entidades financieras, significa reducir su exposición a riesgos reputacionales, regulatorios y financieros, además de mejorar su elegibilidad ante fondos internacionales.
· Para el país, es una oportunidad para canalizar financiamiento hacia actividades que realmente contribuyen a la acción climática, la inclusión social y el desarrollo territorial.
Del discurso a la acción
La gestión de riesgos ASG no es una moda ni una exigencia externa. Es una vía concreta para garantizar que el crédito dirigido a la zona rural y a grupos poblacionales vulnerables se convierta en un motor real de transformación en el campo colombiano.
Avanzar hacia un sistema financiero más sostenible requiere compromiso, coordinación y visión de largo plazo. El trabajo conjunto entre Finagro, Bancamía, GGGI y el DNP demuestra que es posible. Ahora, el reto está en escalar estos esfuerzos y consolidarlos como parte integral del funcionamiento del sistema financiero rural del país y otras partes interesadas.
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